La caries es la enfermedad bucodental más prevalente en todo el mundo. Su origen es multifactorial, es decir, está causado por varios procesos que reúnen características favorables para su aparición.
Los principales factores de riesgo que influyen en la formación de la caries son:
– Alimentación: Una dieta basada en hidratos de carbono, azúcares y ácidos favorece la aparición de caries.
– Placa bacteriana: Si el biofilm bacteriano se va acumulando, se van reorganizando los microorganismos formadores de la caries, como el Streptococcus mutans.
– Saliva: El pH y la consistencia de la saliva también influyen en la formación de caries. Un pH ácido y una consistencia más espesa favorecen su aparición.
– Higiene dental: Si no utilizamos instrumentos protectores como el cepillo y el flúor, facilitamos la formación de placa dental y por ello la formación de bacterias creadoras de la caries.
– Anatomía de los dientes: Es más común su aparición en premolares y molares, ya que tienen zonas retentivas, como los surcos, donde pueden permanecer por más tiempo restos de alimentos.
-Tiempo: Es un factor muy importante, ya que si los factores que podemos controlar persisten mucho tiempo en la boca, es más probable la aparición de caries.
La caries se forma por la interacción de varios de estos factores, no sólo la causa uno de ellos.
Algunos de ellos podemos controlarlos nosotros, como evitar la aparición de placa con frecuencia en la higiene y con una alimentación baja en azúcares, hidratos de carbono y ácidos.
¿Cómo se forma la caries?
La formación de caries se divide en varias etapas, la primera reversible y el resto irreversibles.
Para entender los estadios de afectación, debemos conocer los tejidos de los dientes, de más externo a interno: esmalte, dentina, cemento y pulpa o nervio.
La caries inicial o caries incipiente se inicia con un proceso de desmineralización del esmalte, visualmente se detecta por haber una mancha blanquecina, rugosa y mate.
Este proceso es reversible, es decir, podemos controlarlo con la aplicación de flúor profesional y manteniendo buena higiene oral, pudiendo incluso remineralizarse y volver a ser un esmalte sano y brillante.
Si no se controla y evoluciona, se forma una pequeña cavidad en el esmalte, a veces invisible por su localización o porque sobre ella se deposita placa que la cubre.
Este proceso ya es irreversible y necesita tratamiento conservador.
La siguiente etapa es cuando la cavidad llega a la dentina (corona) o cemento (raíz). A partir de aquí el proceso avanza más rápidamente, ya que son tejidos más blandos que el esmalte.
Es más sensible y más susceptible a sentir molestias o dolor. También es necesario un tratamiento conservador, eliminando la zona afectada y cubriendo con un material restaurador.
Siguiendo su evolución, la cavidad llega hasta la pulpa o nervio del diente, afectando a las terminaciones nerviosas y, por tanto, sintiendo dolor.
También supone la inflamación de la pulpa y pueden aparecer flemones o abscesos, que tendrán que combatirse con antibiótico.
Según su afectación, la pieza podrá salvarse o no. Si se salva, será necesario un tratamiento pulpar si no, se extraerá para evitar afectaciones mayores.
¿Cómo prevenirla y detectarla a tiempo?
Para prevenir la caries, lo más importante es disminuir al máximo los factores de riesgo que dependen de nosotros y controlarlos con:
-Alimentación equilibrada, realizando 5 comidas al día y evitando picotear entre horas. Reducir azúcares, hidratos de carbono y ácidos (refrescos, snacks, golosinas…).
-Buena higiene oral cepillando 2-3 veces al día con pasta fluorada. Indispensable el cepillado nocturno. Usar hilo o seda entre dientes una vez al día.
Para detectarla a tiempo no hay que esperar a sentir dolor, porque quizás cuando lleguemos a la consulta ya sea tarde y no se pueda salvar el diente o muela.
Es muy importante hacer al menos una revisión anual con el dentista para que pueda prevenir la aparición de caries y localizar las posibles existentes desde la primera etapa y así evitar su evolución.
Para detectar caries en la clínica Mislata, el dentista observa todos los dientes en busca de algún cambio de color, utiliza una sonda exploradora para sentir con tacto si existe alguna rugosidad o zona blanda que suponga indicio de caries.
Para constatar resultados y detectar los que con la vista no se localicen, se realizan radiografías intraorales. Éstas indican con mucha precisión el grado de afectación de la caries, determinando si se encuentra en etapa reversible o irreversible.
Si se localiza alguna caries irreversible, el profesional indicará cuál será el tratamiento más adecuado para el caso en cuestión.
Existen tratamientos preventivos profesionales, como son la aplicación de flúor en barniz o mediante cubetas, y los selladores de fosas y fisuras.
Éstos últimos se realizan sobre todo en edades tempranas con la aparición de las primeras muelas definitivas y cuando existe riesgo de caries. Consiste en cubrir con una resina las fosas y fisuras para evitar que los restos de alimentos y placa bacteriana se acumulen en estos surcos y puedan iniciar el proceso de la caries.
Además, se facilita la limpieza con el cepillo de estas muelas selladas.
En definitiva, es muy importante acudir al menos una vez al año al dentista para que realice las revisiones oportunas y que detecte a tiempo las posibles caries iniciales, evitando su progresión y tratamiento.
No obstante, el papel fundamental lo jugamos todos nosotros diariamente en casa: debemos controlar la alimentación y mantener buena higiene bucal.
Así, disminuirán las probabilidades y riesgo de que se originen caries, uno de nuestros principales enemigos en el entorno oral.
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